Antes de la segunda guerra mundial, los habitantes de Okinawa (una isla Japonesa) en vez de saludar diciendo “hola”, lo hacían preguntado; “has comido suficiente “imo”?
En los años 50 la mayoría de los habitantes de la isla de Okinawa obtenían un 70% del total de las calorías diarias a través de un boniato de color morado al que llamaban “imo” (1). Este era el alimento esencial de su dieta y también la principal fuente de proteína acompañado de alimentos de soja como el tofu y la sopa de miso.
De acuerdo con un estudio publicado en el 2007 en “The Annals of the New York Academy of Science”, la proteína contribuía solo con un 7% de las calorías de la dieta en Okinawa (2). Vivían libres de las enfermedades crónicas que padecemos en occidente (enfermedades del corazón, cáncer, diabetes, hipertensión, alzheimer etc…), y llevaban vidas activas y vigorosas a sus 80, 90 y 100 años de edad.
Pero, no nos han enseñado siempre que las proteínas animales son perfectas para los seres humanos? No son las proteínas vegetales incompletas? Las respuestas a estas preguntas a continuación…
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