La manera en la que los seres humanos estamos diseñados ha garantizado la perpetuación de la especie durante millones de años. La naturaleza humana ha sido biológicamente diseñada para la supervivencia y la reproducción. Existe una razón por la cual buscamos comida y cobijo, evitamos las aguas que saben mal, hacemos amistades, buscamos relaciones románticas, y nos mantenemos alejados de lugares peligrosos. Lo hacemos para incrementar nuestras posibilidades de sobrevivir y reproducirnos. Si tenemos éxito, nuestros hijos repetirán este proceso con el mismo fervor. El diseño está basado en un sistema de retroalimentación que nos recompensa con buenas sensaciones, cada vez que actuamos correctamente en relación a los objetivos importantes de la vida. Es por ello que comer es tan placentero (necesitamos comer para poder sobrevivir), es por ello que dormir a pierna suelta sienta tan bien (necesitamos descansar para poder reparar nuestro organismo y recargar nuestro sistema nervioso para afrontar otro día de esfuerzos), y por supuesto, es por ello que las actividades sexuales son tan exquisitamente placenteras (necesitamos tener sexo para reproducirnos). Las sensaciones malas también juegan su papel, y aunque sean desagradables, son señales necesarias que nos informan de qué objetivos importantes en la vida están siendo amenazados, y nos animan a hacer algo al respecto. Este sistema motivador es un mecanismo de tres partes que nos incentiva hacia la búsqueda del placer, la evasión del dolor y la conservación de la energía. Estos tres componentes se llaman colectivamente “El Trío Motivador”.
Este diseño afecta nuestra relación con la comida de la siguiente manera; si tenemos la opción de elegir entre una rama de apio y una manzana, nos inclinaremos por la manzana porque tiene mayor densidad calórica. Sin embargo, sin en vez de una rama de apio la alternativa contra la manzana son patatas fritas, elegiremos las patatas. La alta densidad calórica de las patatas activará el mecanismo de recompensa con mayor intensidad, lo cual significa que nuestro cerebro producirá cantidades mayores de la hormona dopamina. A más dopamina, mas placer. La razón por la que esto ocurre, es que la comida con mayor contenido calórico, garantizara reservas de energía para cuando hagan falta, incrementando así las opciones de supervivencia en tiempos de escasez. Durante millones de años en los que la escasez era común en un entorno natural, este sistema funcionó a la perfección, garantizando la supervivencia de nuestros ancestros. Sin embargo, en los últimos cien años más o menos, las reglas del juego han cambiado y la escasez ya no es un problema. Hoy en día, hay comida abundante durante todo año, y esto se ha convertido en un inconveniente, ya que el diseño humano sigue siendo el mismo. Por lo que, cada vez que nos sentamos a comer, sentiremos la inclinación por elegir alimentos con mayor densidad calórica, ya que ello significa también, una mayor cantidad de dopamina producida en nuestro cerebro. Recordar, a más dopamina, mas placer.
La industria alimentaria conocedora del mecanismo de recompensa de la dopamina, añade azúcares y grasas a sus productos, los cuales ayudan a su estimulación. Así como varios compuestos químicos tales como el MSG (monosodio de glutamato), aromas naturales etc… que artificialmente activan los mecanismos de estimulación de la dopamina. Es por ello que cuando comemos sus productos (patatas fritas, galletas, barritas de chocolate etc..) es tan difícil parar, y siempre queremos volver a comerlos una y otra vez.
En la naturaleza, ciertas experiencias están diseñadas para incentivar comportamientos exitosos, como tal son extremadamente placenteros y reafirmantes. Las fuentes principales de placer son la comida y las actividades sexuales. Esto se debe a que el éxito en estos ámbitos es necesario para la supervivencia y la reproducción. Tales momentos son biológicamente costosos y por lo tanto están diseñados sólo para que ocurran momentáneamente – minutos más bien que horas. Por el contrario, los estados de ánimo de felicidad tienen un sistema de recompensa diferente. Aunque no sean tan intensos, la naturaleza no los ha limitado. Estamos diseñados por la naturaleza para mantener estados de ánimo positivos durante todo el día, con la condición de que parezca que estemos progresando hacia objetivos que valgan la pena, normalmente pasos hacia el placer o evasión del dolor. La vida moderna tiene unos botones mágicos que pueden generar cortocircuitos en la conexión entre la felicidad y los comportamientos de búsqueda de placer. Estos botones mágicos se pueden activar con productos tales como las drogas recreativas, la comida procesada, los fármacos analgésicos, las apuestas etc… Los botones mágicos son peligrosos, ya que atraen a los instintos implantados en el trío motivador y roban la salud y felicidad a sus víctimas. Este engaño a nuestros instintos ha sido identificada como “La Trampa del Placer”.
No es culpa nuestra que estemos diseñados de esta manera. Es una tarea realmente difícil tener que luchar contra alimentos placenteros sobre alimentos saludable, cada comida, cada día. La industria alimenticia y sus campañas de marketing, gran parte de la comida de los supermercados, las opciones en los restaurantes etc… nos ofrecen un sin fin de comidas placenteras con gran poder de estimulación de la dopamina. Básicamente, estos productos están en todas partes. Esto tampoco ayuda, por decirlo de alguna manera.
La fuerza de voluntad no nos llevará demasiado lejos en este asunto, ya que no se puede estar en constante lucha contra el deseo de comer alimentos que sabemos estimularán los centros de dopamina del cerebro. Entender nuestro diseño, sus implicaciones en relación a la alimentación y adquirir conciencia de ello sin embargo, es un gran paso en la dirección correcta. Esperemos que esto nos ayude a tener una relación más saludable con los alimentos y a realizar mejores elecciones, ya que es nuestra responsabilidad hacer algo al respecto.
Lamentablemente, la mayoría de la gente es totalmente inconsciente de que están a solo unas pocas semanas de disciplina, de ser capaces de mantener cómodamente unos hábitos alimenticios saludables, y de mantenerse alejados de los productos que pueden resultar en la destrucción de su salud. Por el contrario, la mayoría de la gente piensa que si comiera de una forma más saludable, estarían condenados a una vida de placer gustativo muy reducido.
En el próximo artículo, veremos cómo establecer un acercamiento práctico para adoptar unos hábitos alimenticios más saludables.